Habitación doble Josephine BakerSalvaje y PlacenteraSituada en la primera planta. Habitación con aire acondicionado, dos camas, escritorio y conexión Wi-Fi gratuita.
WiFi gratuito
Para sus momentos de compartir fotos.
Transporte Aeropuerto
No se preocupe por llegar a nuestro Riad:
- Transfer/trayecto (1-3 pax.): 25 €
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Amenities Alta Cosmética
Les Sens de Marrakech 100% ingredientes naturales.
Aire Acondicionado
Frío o calor.
Bar
Tómese algo y disfrute.
Parking Público
A 200 metros en la Plaza Riad Laarouss.
Splash Pool
Relájese después de un largo día de turismo.
Precios de la habitación
Alquiler Riad
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Los precios incluyen desayuno e Iva.
No incluyen Impuestos Locales 2,50€ por persona y noche.
desde 700€/nocheTA: 800€/noche
Tarifa Normal
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desde 90€/noche
Temporada Alta
Navidades
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Puentes
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Extras
Cava
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Comida
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Cena
30€/persona
Joséphine Baker (Freda Josephine McDonald), 3 de junio de 1906 en Saint Louis, Missouri - 12 de abril de 1975 en París, fue una famosa bailarina y cantante de espectáculos de variedades y cabaret, y también actriz cinematográfica francesa.
Ninguna otra artista de su tiempo se atrevió con el top-less, que siquiera tenia entonces ese nombre ni ningún otro. Si no era en petit comité, veladas intimas para amigos íntimos, las grandes vedettes cubrían siempre sus pechos con sujetadores de pedrería, bordados, lentejuelas, etc.
Cualquier cosa menos revelar esa desnudez superior que Josephine Carson McDonald, después Baker, mostró al mundo con la mejor de sus sonrisas.
Decían de su risa cegadora que ensombrecía la luz de los reflectores; una risa de mulata inocente, salvajemente joven y sensual, recién salida del suburbio negro que la vio crecer. Nació en St. Louis, Missouri, pero en seguida se mudó a Nueva York, donde llegó a actuar incluso en el legendario Cotton Club. Vivía holgadamente y amaba su trabajo pero no dejaba de ser una pieza mas en los alegres vodeviles que llenaban Broadway. Y entonces llegó Paris.
La gente se volvió loca con "La Revue Negre" y especialmente con ella, protagonista absoluta. Su exótica forma de bailar, su sexualidad desinhibida y su vestimenta mínima -una falda hecha con plátanos- enloquecieron al público francés, mucho más enamorado del placer que el americano.
Podía ser una serpiente, una pantera, un pavo real hipnotizando al mundo con sus hermosas plumas… Lo mismo saltaba que andaba a gatas o se retorcía con una agitación furiosa. Era un auténtico volcán en erupción. Un fenómeno de la naturaleza dispuesto siempre a complacer a su público.
“La Venus Negra”, o “La Diosa Criolla” como también la llamaron, triunfó en Paris y por extensión en toda Europa, pero fue mal profeta en su propia tierra, menos tolerante con la provocación y las emociones fuertes. Solo en 1973, y gracias a su honroso currículum democrático (fue colaboradora en la resistencia francesa y las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial y comprometida activista contra el racismo en los años cincuenta y sesenta) recibió una larguísima ovación del público americano puesto en pie. Fue en el Carnegie Hall de Nueva York, dos años antes de su muerte.